19.8.08

Observación en tres pasos, 2008


La instalación nos habla en primer lugar de la construcción de la mirada, y más concretamente de qué es mirar, dentro de un lenguaje artístico como la fotografía. Cómo a partir de elementos que están ahí afuera se crea aquello que se acaba viendo y cómo mediante este proceso mostramos a los demás parte de aquello que vimos pero de igual modo parte de lo que el observador es, la forma en que éste se sitúa en el mundo e interroga aquello que lo rodea.

Se parte de un uso de la fotografía que no da por hechos algunos de los roles que la validan, adoptando una posición crítica, y que intenta desvelar algunos de los mecanismos que la legitiman. De forma metafórica se hace explícito todo el trabajo de construcción, haciendo uso para ello de un sistema de composición que genera la imagen a partir de otros elementos menores, en este caso otras imágenes más pequeñas, difusas y abstractas. Algo perteneciente al código se materializa, se hace obvio y evidente, hace que nos resituemos delante de esta clase de manifestación. Al mismo tiempo trata de hacernos reflexionar sobre la toma de decisiones que tiene lugar, unas veces más consciente que otras, en el momento de la mirada. La multiplicidad de puntos de vista con los que afrontar un tema, incluso tratándose siempre de un mismo observador, la capacidad de atender al detalle o a algo más general, de hallar más profundidad en las cosas, hacen que nuestra visión de la realidad se amplíe y que barajemos otras posibilidades a la hora de interpretarla.

La extrañeza que tal vez produzca el título ante la contemplación de estas dos grandes fotos no es por lo tanto arbitraria. Ese tercer paso intermedio, o posterior si se prefiere, nos remite a una dimensión que surge de sumar la información que aparece en las dos imágenes, información que sería imposible plasmar en una sola. Por extensión ese tercer paso es el de la reflexión, el de nuestro pensamiento, el de nuestro discurso interior, que medita acerca de aquello que ha visto, que surge por y desde la confrontación entre lo contemplado y el que contempla, sin que pueda establecerse claramente donde termina uno y empieza el otro.